EL ADULTO MAYOR Y LAS PROBLEMÁTICAS DERIVADAS,
UN DESAFÍO PARA LA EDUCACIÓN.
 
Emma Salas Neumann

Una de las características más sobresalientes de nuestra época es el Cambio derivado
principalmente, de los avances científicos y tecnológicos y su aplicación a la vida del hombre. El uso de la interdisciplina ha acelerado considerablemente el Cambio produciendo importantes modificaciones a la vida en sociedad en periodos relativamente breves.

La aplicación de los avances científicos y tecnológicos a la medicina y el mejoramiento de las condiciones de vida de la población constituyen factores principales de la prolongación de la vida del ser humano. Si a ello agregamos los programas de control de la natalidad resulta en una modificación importante de la composición etaria de la población.

El hecho de que los países en desarrollo como el nuestro, se nutran rápidamente de los avances científicos y médicos de los países desarrollados, han permitido que, contrariamente a lo ocurrido en estas últimas naciones, la prolongación de la vida y en consecuencia, el envejecimiento de la población se haya producido en un periodo mucho más breve que en Europa y América del Norte.

Esta transformación etaria de la población casi ha sorprendido a una sociedad con una imagen de juventud como la nuestra, y sólo en los últimos quince o veinte años el tema del Adulto Mayor ha pasado a ser parte de la preocupación pública. En los últimos tiempos se han multiplicado diversas iniciativas de muy variada índole y orientación, públicas y privadas, con fines de lucro o programas sociales, destinadas a atender al creciente grupo de Adultos Mayores, a través de actividades que les permitan conservarse sanos y sentirse útiles, para no convertirse en una pesada e inútil carga social. Parte importante del tratamiento de este problema social 10 constituye el cambio en la percepción cultural de la vejez, lo que implica un cambio de actitud hacia esta etapa de la vida, tanto de las generaciones más jóvenes, como de los mismos Adultos Mayores. Hoy se observan distintas imágenes y comprensiones del Adulto Mayor como integrante de la sociedad, predominando aún las más tradicionales, aún cuando se realiza un gran esfuerzo para modificar la imagen cultural de anciano.

De hecho hay grupos e instituciones que despliegan esfuerzos para cambiar la percepción pública tradicional del Adulto Mayor -aquella histórica de la abuelita encorvada de moño y anteojos de carey, considerada vieja a los cincuenta años, sentada junto al brasero- o la más moderna, del anciano dependiente y quizás de mal genio y algo marginado de la sociedad. Ejemplos de este esfuerzo lo constituyen los programas de las Municipalidades y otras instituciones, algunas universitarias, que ofrecen cursos de extensión destinados a este segmento social; los estudios e investigaciones sobre las características del Adulto Mayor que comienzan; y otras iniciativas públicas destinadas a sensibilizar a la población y proyectar una nueva imagen del Adulto Mayor.
No obstante, derivado de la celeridad con que ha ocurrido el envejecimiento de la población para la mayoría de la gente parece persistir una percepción pública de inutilidad de Adulto Mayor que lo convierte en un elemento desechable.

No hay duda que el problema depende de una diversidad de variables, pues implica un cambio cultural que siempre es relativamente lento. En esta oportunidad me referiré solo a una de esas variables - la Educación - ¿Cual es la contribución que corresponde a ésta?

La Educación Escolar y el Adulto Mayor.

La Educación formal o escolar que se supone reciben todos en un período de su vida es quizás el instrumento social más eficaz para fomentar cambios culturales continuados.

La creciente complejidad de la sociedad moderna ha obligado a la educación a diversificar el currículo, tanto en sus objetivos como contenidos, e incluir nuevas problemáticas sociales y de otra índole, que aparecen como resultado del avance científico y tecnológico y de la aceleración del cambio social.

No hace mucho tiempo atrás, la acción destructora del hombre sobre el medio ambiente obligó a la escuela a incorporar en su currículo, temáticas relacionadas, de modo de contribuir a un cambio de actitud de la población con respecto a la responsabilidad del ser humano en la conservación de éste. De ahí nació lo que algunos llamaron la Educación Ambiental, que alerta sobre la importancia de conservar el equilibro del hábitat del hombre.

Posteriormente se llamó la atención sobre la necesidad de incluir la dimensión de género en el currículo escolar, de modo de generar actitudes que favorecieran la no discriminación de la mujer en las actividades sociales y así lograr así una sociedad más democrática. y participativa

No obstante, no se trata necesariamente de hacer cursos especiales sobre estos temas, pues ellos constituyen objetivos que cruzan todo el currículo y se instalan en el ambiente escolar cotidiano, ya que las situaciones que pueden producir esos aprendizajes se encuentran en variadas áreas de la vida escolar. Corresponden a lo que la Reforma Educacional actual ha denominado Objetivos Fundamentales Transversales. De acuerdo a la definición de los documentos oficiales, éstos "refuerzan los propósitos generales y comunes del sistema escolar; cruzan los diferentes sectores disciplinarios del currículo y encuentran expresiones propias y específicas de la juventud".

Hoy corresponde agregar otra preocupación derivado de las consecuencias del cambio como lo es la prolongación de la vida, hecho que, como ya se ha dicho, ha dado por resultado un aumento considerable de la población de Adultos Mayores, la cual debe ser integrada creativamente a la vida en sociedad ya la cotedaneidad.

Pero, como ya lo hemos expresado, no se trata de incorporar una asignatura sobre el tema, ni de hacer clases sistemáticas sobre el mismo. Tampoco, de concientizar a los alumnos para que desde chiquitos se preparen para ser viejos, sino más bien de aspirar a cambiar la imagen de la vida, considerar sus etapas o ciclos vitales, cada uno de los cuales debe vivirse y dentro de ese contexto, comprender a la ancianidad como una etapa nonnal de proceso de vida. En suma, se trata de cambiar la percepción cultural del adulto mayor, tanto de la sociedad toda como, de los mismos Adultos Mayores.

Dentro de este contexto lo principal es generar dentro de las actividades escolares una actitud positiva frente a la ancianidad, lo cual implica a su vez, una actitud general que empapa el medio escolar. Requiere desarrollar conductas que permitan valorar la relación entre jóvenes y ancianos y los beneficios que puede traer esta relación a cada uno de ellos.

Las actitudes frente a distintas situaciones se aprenden por socialización, primero en su grupo inmediato al que se agregan después otros agentes de socialización, la propia escuela, los medios de comunicación y otras instancias. Desde pequeños influyen en estos aprendizajes el grupo familiar, sus amiguitos, es decir el grupo de sus iguales, y las actividades que realizan con ellos y con los adultos.

Los cuentos, las ilustraciones que se presentan a los niños, los programas infantiles de televisión, van mostrando experiencias que generan imágenes culturales sobre las personas. Si el cuento presenta una anciana encogida e inmóvil frente a la estufa, o a otra exigente, mal genio y que todo lo encuentra malo, o a un abuelo cascarrabias y no se muestra una contraparte positiva de los personajes, la imagen de anciano que percibe el niño seguramente será de una persona de la cual más vale alejarse.

Otros con experiencias distintas pueden tener una imagen de abuelo cariñoso, entretenido, que cuenta cosas curiosas. En fin los estudiantes llegan a la escuela con imágenes positivas o negativas de la ancianidad y ésta debe tratar de influir para cambiar la negativa y enriquecer la positiva, pero siempre deberá considerar la imagen inicial. Es importante que los niños conversen, opinen sobre las imágenes que tienen ellos en comparación con las de sus compañeros. La participación es esencial para iniciar cambios de actitudes. Sobre la base del relato de las experiencias de los alumnos o usando una historia ficticia que ellos puedan unir con sus experiencias se puede motivar una discusión de distintas situaciones.

Quizás, al igual que se han revisado los textos de estudio para identificar en que medida aparecen situaciones en que se presentan actitudes tradicionales con respecto a la discriminación social de la mujer favoreciendo así actitudes discriminatorias o auto discriminatorias en los alumnos, debería realizarse un estudio semejante de textos y material didáctico para determinar la medida en que estos favorecen la formación de una imagen cultural tradicional del anciano sano que no corresponde a la sociedad actual.

También pueden usarse algunos de los contenidos de los programas regulares de asignatura para sensibilizar sobre la relación entre jóvenes y mayores y generar una reflexión al respecto.

Por ejemplo, en Ciencias Sociales, es posible referirse al tema de la familia en distintos períodos históricos y las características de la relación entre generaciones, lo cual puede generar un intercambio de opiniones de los alumnos que se proyecte a la situación presente. En el área de Ciencias Naturales se pueden hacer referencias al envejecimiento biológico o en Lenguaje y Comunicación, entre otros, incluir ejemplos de la Literatura que involucren a ancianos, contenidos que también pueden motivar discusiones de grupo con participación de los alumnos.

Por otra parte, las actividades generales, tales como Consejos de Curso, orientación de grupo, talleres, grupos de discusión, proyectos y otros constituyen instancias en que es posible no sólo discutir estos temas, sino sistematizar algunos de los aprendizajes logrados a través de la discusión de sus experiencias que se han señalado anteriormente.

Dentro del contexto presentado es deseable esperar que los estudiantes logren:

-Percibir el envejecimiento como parte de una proceso de vida que tiene varias etapas o ciclos vitales;
-Percibir que los Adultos Mayores no constituyen individuos desechables sino que pueden y deben ser integrados a la sociedad;
-Percibir que la ancianidad implica el deterioro de algunas capacidades, principalmente físicas, pero que éstas se compensan, en parte, por la experiencia de vida acumulada en forma enriquecedora;
-Percibir que la forma en que se viven esas últimas etapas de la vida está relacionadas con la forma en que se han vivido las etapas anteriores.