REFLEXIONES FINALES
   


Estamos asistiendo a una transición epidemiológica, estrechamente asociada a los cambios demográficos descritos. Esto significa que se han experimentado variaciones a lo largo del tiempo, que afectaron la composición de la mortalidad por sexo y edades, y modificaron las causas de muerte. En los años '60 las enfermedades transmisibles, infecciosas y parasitarias, tenían una lata incidencia y se concentraban preferentemente en los más jóvenes. En cambio, a fines del siglo XX, predominan enfermedades que afectan principalmente a los adultos mayores, (el 76% fallece por alguna de estas causas) tales como problemas crónicos, degenerativos, tumores malignos, accidentes, y en último lugar vienen las infecciosas y parasitarias. Los progresos en el control de las enfermedades y los avances en la esperanza de vida al nacer, dependerán, cada vez más, de la disminución de la mortalidad en edades avanzadas. Sin embargo, la prolongación de la vida más allá de los 60 años, no ha evolucionado tanto como lo alcanzado en las edades más tempranas. De esta forma, no se prevén cambios drásticos en un futuro cercano, a menos que se alcancen adelantos relevantes en el tratamiento y control de las patologías crónicas y degenerativas.

· Si el progreso técnico lo permite, asistiremos a una prolongación de los años de vida que llegará a los límites biológicos de la especie, lo que probablemente permitirá la aparición de nuevas formas de diversidad, y posiblemente de inéditas patologías. Junto con esto, adquirirán creciente importancia, entre otros, los debates públicos acerca de la muerte cerebral, el cuidado del enfermo terminal y el suicidio asistido.

Las exigencias antiguas y nuevas que hemos expuesto a través de esta investigación, nos demuestran que la posibilidad de los adultos mayores de alcanzar una buena calidad de vida, va a depender en gran medida de lo que es apropiado para los tiempos, de lo que es bueno y satisfactorio, tanto desde la óptica de los mayores en su calidad de usuarios, como desde las perspectivas y criterios profesionales de los planificadores políticos y sociales; y finalmente, de lo que es justo en el plano social. Estos tres fundamentos nos orientan a sugerir un enfoque bio-ético para enfrentar las políticas públicas sobre envejecimiento y vejez en el Chile del siglo XXI.

De cara al bicentenario, el envejecimiento de la población chilena plantea uno de los desafíos más relevantes para el país. En este lapso de tiempo, que ahora nos parece un tanto lejano, pero que en realidad en la medida de "tiempo social" es muy cercano, tanto el Gobierno como la sociedad deberán realizar una serie de esfuerzos conjuntos para tratar de afrontar en la mejor forma posible, las demandas que este cambio demográfico nos está exigiendo. Dentro de estas requerimientos, están asociadas las dimensiones cuantitativas y cualitativas. Las primeras por cierto, se refieren a acciones específicas orientadas a la atención integral e incorporación social y política del adulto mayor, previa revisión de algunas políticas existentes y creación de otras nuevas, lo que obliga a la destinación de mayores recursos económicos. La experiencia nos dice que esto es factible si hay crecimiento económico sostenido, para lo cual el mejor sistema sin ser desde luego perfecto, es el mercado libre. Para lograr este objetivo nacional, se requiere por cierto dar confianza tanto a inversionistas internos como externos, siendo necesario que el Gobierno les proporcione señales claras respecto a que se mantendrán las reglas del juego del sistema de economía libre.

Respecto a los asuntos cualitativos involucrados, existen por una parte, aquellos relacionados con la condición de contribuir a lograr el cambio de imagen de la sociedad frente a la etapa de adulto mayor, lo que a su vez debe dar lugar a una serie de proyectos educativos, imaginados e implementados con contenidos y métodos adecuados a los distintos estratos poblacionales que necesariamente deberían ser cubiertos. El uso de tecnologías de aprendizaje novedosas, que incluyan entre otras, elementos de educación a distancia y utilización de los medios de comunicación, es un imperativo para lograr los objetivos masivos que esperamos. Como segundo elemento cualitativo, debemos enseñar a los más jóvenes a ser actores de su propio proceso de envejecimiento, entregándoles conocimientos para que puedan colaborar activamente en los aspectos preventivos del cuidado de su salud, de tal manera que en sus etapas tardías, ellos puedan vivir su envejecimiento en forma vital. Siempre en la dimensión cualitativa, la demanda por más y mejores servicios sociales se verá incrementada no solamente porque el grupo adulto mayor está aumentando, sino porque también debemos asumir la individualidad y la heterogeneidad dentro de esta clase, lo que trae consigo la paradoja que esta misma diversidad pudiera generar todavía más inequidades que las existentes. Creemos que vale la pena asumir este riesgo, porque así se está dando satisfacción al esquema democrático en que vivimos, que por una parte, debe buscar privilegiar las libertades individuales, y por la otra, asumir acciones específicas dirigidas hacia los sectores sociales más vulnerables para intentar corregir las injusticias.

MARIA EUGENIA MORALES es Licenciada en Obstetricia y titulada de Matrona, Post-Titulada en Investigación Social y Magister en Ciencia Política de la Universidad de Chile. Es Especialista en Sistema Político de los Estados Unidos de América, graduada en Southern Illinois University, EEUUA. Es la actual Presidenta de las Asociaciones Chilenas de Estudios Americanos y Canadienses, miembro de Latin American Studies Association, American Studies Association, y del International Council for Canadian Studies. Es Académica del Instituto de Ciencia Política de la Universidad de Chile, Coordinadora de Relaciones Internacionales.

Nota de la autora: Especiales agradecimientos al Programa Regional de Bioética dependiente de la Organización Panamericana de la Salud y al Programa de Estudios Gerontológicos de la Universidad de Chile, por su colaboración en materiales para esta investigación, en la persona de su Secretaria Ejecutiva, Profesora Marta Glukman.