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De cara al bicentenario, el envejecimiento de la población chilena plantea uno de los desafíos más relevantes para el país. En este lapso de tiempo, que ahora nos parece un tanto lejano, pero que en realidad en la medida de "tiempo social" es muy cercano, tanto el Gobierno como la sociedad deberán realizar una serie de esfuerzos conjuntos para tratar de afrontar en la mejor forma posible, las demandas que este cambio demográfico nos está exigiendo. Dentro de estas requerimientos, están asociadas las dimensiones cuantitativas y cualitativas. Las primeras por cierto, se refieren a acciones específicas orientadas a la atención integral e incorporación social y política del adulto mayor, previa revisión de algunas políticas existentes y creación de otras nuevas, lo que obliga a la destinación de mayores recursos económicos. La experiencia nos dice que esto es factible si hay crecimiento económico sostenido, para lo cual el mejor sistema sin ser desde luego perfecto, es el mercado libre. Para lograr este objetivo nacional, se requiere por cierto dar confianza tanto a inversionistas internos como externos, siendo necesario que el Gobierno les proporcione señales claras respecto a que se mantendrán las reglas del juego del sistema de economía libre. Respecto a los asuntos cualitativos involucrados, existen por una parte, aquellos relacionados con la condición de contribuir a lograr el cambio de imagen de la sociedad frente a la etapa de adulto mayor, lo que a su vez debe dar lugar a una serie de proyectos educativos, imaginados e implementados con contenidos y métodos adecuados a los distintos estratos poblacionales que necesariamente deberían ser cubiertos. El uso de tecnologías de aprendizaje novedosas, que incluyan entre otras, elementos de educación a distancia y utilización de los medios de comunicación, es un imperativo para lograr los objetivos masivos que esperamos. Como segundo elemento cualitativo, debemos enseñar a los más jóvenes a ser actores de su propio proceso de envejecimiento, entregándoles conocimientos para que puedan colaborar activamente en los aspectos preventivos del cuidado de su salud, de tal manera que en sus etapas tardías, ellos puedan vivir su envejecimiento en forma vital. Siempre en la dimensión cualitativa, la demanda por más y mejores servicios sociales se verá incrementada no solamente porque el grupo adulto mayor está aumentando, sino porque también debemos asumir la individualidad y la heterogeneidad dentro de esta clase, lo que trae consigo la paradoja que esta misma diversidad pudiera generar todavía más inequidades que las existentes. Creemos que vale la pena asumir este riesgo, porque así se está dando satisfacción al esquema democrático en que vivimos, que por una parte, debe buscar privilegiar las libertades individuales, y por la otra, asumir acciones específicas dirigidas hacia los sectores sociales más vulnerables para intentar corregir las injusticias. MARIA EUGENIA MORALES es Licenciada en Obstetricia y titulada de Matrona, Post-Titulada en Investigación Social y Magister en Ciencia Política de la Universidad de Chile. Es Especialista en Sistema Político de los Estados Unidos de América, graduada en Southern Illinois University, EEUUA. Es la actual Presidenta de las Asociaciones Chilenas de Estudios Americanos y Canadienses, miembro de Latin American Studies Association, American Studies Association, y del International Council for Canadian Studies. Es Académica del Instituto de Ciencia Política de la Universidad de Chile, Coordinadora de Relaciones Internacionales. Nota de la autora: Especiales agradecimientos al Programa Regional de
Bioética dependiente de la Organización Panamericana de
la Salud y al Programa de Estudios Gerontológicos de la Universidad
de Chile, por su colaboración en materiales para esta investigación,
en la persona de su Secretaria Ejecutiva, Profesora Marta Glukman.
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