Una de las preocupaciones prioritarias desde los albores de la Independencia
ha sido el poblamiento del territorio, en especial en términos
de establecer asentamientos humanos en áreas aisladas. Cuando en
las últimas décadas del siglo XX quedó al descubierto
el fenómeno de transición demográfica que estamos
estudiando, caracterizado por la tendencia al predominio de habitantes
mayores, tuvieron lugar acalorados debates entre defensores y detractores
de la planificación familiar, considerada como ya señalamos,
la intervención responsable de la baja de la tasa de fecundidad
en Chile. Durante los años del Gobierno Militar, la baja del crecimiento
generó inquietudes geopolíticas surgidas de la arraigada
percepción que los países con mayor población tendrían
más poder político y económico, relación que
no es automática, sino depende más bien, de la capacidad
de cada país para organizarse como estado y definir un proyecto-país
para generar crecimiento económico sostenido. Asimismo, se debe
propender a la buena distribución del producto per cápita
y a la adopción oportuna de capacidades tecnológicas para
incorporarlas al proceso productivo. Se dictó entonces una política
de población orientada a producir el efecto contrario, pero la
verdad es que no tuvo resultados prácticos, porque el manejo anterior
dirigido a la disminución de los embarazos no deseados no fue solamente
una intervención médica, sino una profunda acción
educativa de toma de conciencia acerca de la Paternidad Responsable por
una parte, y por la otra, un reconocimiento hacia el rol de la mujer en
la vida activa, lo que tuvo como consecuencia el cambio cultural ya descrito.
Durante el Gobierno Militar no hubo intervenciones en la forma de política
de Estado en el campo del envejecimiento, sino más bien efectos
de acciones generales derivadas del gran objetivo de modernización
hacia un modelo económico neo-liberal, siendo para nuestro estudio
la de mayor relevancia la relativa a la Seguridad Social. Entre los años
1980 y 1981, el Estado traspasó responsabilidades a los privados
constituidos como Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP), destinadas
a tutelar el ahorro de los trabajadores para el momento del retiro, pero
siguió manteniendo los de menores recursos en el Instituto de Normalización
Previsional, INP. Al mismo tiempo se implementó un sistema paralelo
de salud privado, ISAPRES, también para los de mayores medios.
La Seguridad Social de los chilenos es desde entonces un sistema mixto,
que descansa en un pilar público y en otro privado. En el mismo
período se registra una medida política de injerencia negativa,
cuando producto de la recesión económica de los años
1982-1983, el reajuste del 10.6% que correspondía aplicar a los
jubilados no fue cancelado, en virtud de otras prioridades. Esta deuda
fue saldada sólo parcialmente en 1995, porque los montos pagados
no correspondían exactamente a los adeudados. Otras intervenciones
tuvieron carácter asistencial, tales como la creación de
la Pensión Asistencial, PASIS, exclusiva para ancianos calificados
en tramos de pobreza de acuerdo al instrumento de medición de la
época. CONAPRAN, la organización de voluntariado femenino
que agrupó ancianos en clubes con fines recreativos y asistenciales,
y una política de reajuste de pensiones automática cuando
el IPC llegaba a acumular 15%.
En los primeros años del retorno democrático el Gobierno
se abocó a la elaboración de una política específica
para el adulto mayor a través de MIDEPLAN , a partir de un razonamiento
metodológico de "inversión en capital humano"
como alternativa integral para superar la pobreza, a través de
un proceso de "identificación de colectivos", estrategia
que buscaba reconocer ciertos grupos sociales como sujetos preferentes
de atención, dentro de los cuales considera a niños, jóvenes,
discapacitados, pueblos nativos, mujeres jefes de hogar y tercera edad,
lo que condujo a la elaboración de la Política Nacional
sobre Envejecimiento y Vejez: Lineamientos Básicos. A continuación,
revisaremos sus contenidos básicos:
· Es el primer documento oficial que reconoce explícitamente
el cambio demográfico que ha experimentado Chile hacia el envejecimiento
de su población. Para abordar la generación de esta Política,
se reconocen tanto la dimensión individual como la social involucradas
en el tratamiento del adulto mayor, como uno de los sujetos prioritarios
de cobertura de la política social integral del Gobierno.
· Los adultos mayores se definen como actores de su propio proceso
de envejecimiento individual y también social. De esta forma se
buscan desplazar por una parte, los antiguos enfoques caritativos donde
el sujeto era más bien una víctima que un objeto de atención;
y por la otra, la orientación preponderante hacia los aspectos
médicos curativos. Este carácter es lo que le da la dimensión
de "envejecimiento activo", según el cual las personas
mayores son miembros tan útiles a la sociedad como los otros, por
tanto interesa facilitarles interactuar en el máximo de los niveles,
para poder recoger su aporte en los niveles familiar, comunitario y político.
En este contexto la intervención estatal frente al envejecimiento
es entendida como una acción multi-sectorial, que genera acciones
a partir de precisiones sobre coberturas esperadas frente a necesidades
físicas, materiales, de integración social y política
y recreativas.
En Enero de 1995, el Presidente Frei Ruiz Tagle designó como su
organismo asesor en la materia a la Comisión del Adulto Mayor,
la que tuvo por encargo confeccionar una Política Nacional, promulgada
en 1996. Este discurso oficial apunta a que el Estado debe cumplir los
siguientes roles:
· Actúa en cumplimiento de su rol subsidiario en favor de
esta población, produciendo los recursos que permitan realizar
las acciones planificadas en la Política Nacional, lo que hará
posible que se les otorguen subsidios directos e implementar los planes
y programas específicos.
· Se declara a sí mismo actor principal y promotor del cambio
en cuanto a superar el enfoque predominantemente asistencial que se había
llevado hasta entonces, y como el ente coordinador de las acciones de
distintos sectores de su dependencia involucrados en la atención
del senescente, rol este último al que se le atribuye gran importancia,
dado que hay un reconocimiento explícito de frustración
de acciones anteriores dirigidas a esta población objetivo, por
la falta de sistemas de enlace que permitieran tener una visión
general de las prestaciones que se estaban entregando. Por estas razones
por ejemplo, se dejaron de hacer algunas actividades y se emprendieron
otras, que por no haber sido convenientemente evaluadas, no tuvieron buenos
resultados frente a los propósitos esperados, registrándose
incluso algunas duplicidades.
· Regulación de servicios. Se determinan los tipos de servicios
a entregar a partir de diagnósticos multi-sectoriales. Al respecto
se da cuenta de investigaciones que hizo la Comisión y que se traducen
en aportes de distintas disciplinas, destinadas en primer lugar a desplazar
la idea antigua del adulto mayor como un sujeto casi exclusivo de cuidados
médicos.
· El Estado delimita responsabilidades frente al cuidado del adulto
mayor, propendiendo a un papel activo por parte de la familia en primera
instancia y también de la comunidad. Hay un gran énfasis
discursivo en cuanto a que la responsabilidad de atención del adulto
mayor debiera ser asumida sin que el senescente sea apartado de su entorno
habitual, y se expresan repetidas alusiones a su integración activa
al medio social.
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